Blogia
Una Biblioteca para mi Pueblo

INFORME DE KRISTEL

Informe Brigadas Solidarias para Bibliotecas y Archivos

Lima – Perú 2009

 

Lugar de trabajo: Biblioteca de la Casa Hogar Juan Pablo II – Lurín - Lima 

Labor realizada: Talleres de lectura

Kristel Best Urday.

 

 

Llegué a la Casa Hogar Juan Pablo II a través de Irif Calderón. Mi propuesta fue la de realizar talleres de lectura para los chicos del hogar. A través de estos talleres la intención era que la biblioteca se convierta en un espacio vivo, en el cual los chicos y chicas puedan desarrollar sus deseos, gustos, inquietudes y curiosidades, en consecuencia, que ellos puedan apropiarse de la biblioteca.

 

La biblioteca se encuentra dentro de la sala de cómputo, lo cual implicaba un gran desafío, puesto que los chicos están muy familiarizados e identificados con el mundo cibernético, desconociendo casi totalmente qué hay en la biblioteca y qué posibilidades tiene ésta. Entonces, ante todo había que darles a conocer la biblioteca y hacerles notar que este lugar puede ser provechoso sólo si ellos lo habitan.

 

Estuve en el hogar los días miércoles 19, jueves 20 y viernes 21 de agosto. Los dos primeros días realicé talleres para los chicos y chicas del hogar y el último día el taller estuvo dirigido a los docentes o tutores del hogar.

 

El taller se basa en la aproximación a la lectura a través de la literatura infantil y juvenil. El primer grupo estuvo conformado por 14 chicos y chicas entre los 10 y 17 años, con excepción de una que tenía 4 años. Empecé contándoles qué hacíamos Pati Morán, Irif Calderón y yo allí, qué eran las brigadas y cuál era nuestra labor, arreglar la biblioteca para que ellos puedan utilizarla.

 

Llevé varios libros y estos fueron presentados por “La Chinita”, una muñeca que es una niña campesina cajamarquina, ella vive viajando buscando libros y por eso lleva consigo libros de varios lugares del mundo. Los chicos tenían que adivinar de dónde era “La Chinita”, algunos pensaron que era de China o de la India o de México o de la sierra del Perú. Entonces “La Chinita” y yo nos presentamos y los chicos también. Luego los libros fueron desplegados y empezamos a leer y a escuchar. La lectura estuvo a cargo mío.

 

Leímos el cuento Bemberecua de Honorio Robledo, que relata el origen de un ritmo y una tradición musical a través del personaje de la iguana, la bemberecua que baila y baila. También leímos ¿Qué le pasa a mi cabello? de Satoshi Kitamura, éste es un libro objeto en donde se cuenta la historia de un león que tiene una fiesta y no está contento con su peinado y prueba otros. Mediante este libro uno puede jugar con su propia imagen y reírse de sí mismo, entonces cada uno de los chicos inventó su nuevo peinado. Alguno fueron cabellos de fuego, otros fueron el peinado cachetada o experimental o payaso o de frutas.

 

A la tarde el grupo estuvo conformado por chicos y chicas más pequeños, entre los 7 y 11 años de edad. En definitiva, este grupo fue un desborde de energía, por no decir una locura. Expresaron mucha emoción en cada cuento y participaron hasta llegar al caos total. Con ellos leímos En dónde viven los monstruos de Maurice Sendak.  Es una historia fantástica, de un niño que conoce el lugar donde viven los monstruos. Es un libro en donde ambos lenguajes, el escrito y el visual, se complementan y sugieren sentidos diferentes. Este cuento a algunos les inspiró miedo o misterio y decían que sí creían en los monstruos y otros dijeron que no les daba miedo y que no creían en los monstruos. Luego, leímos y jugamos con el libro ¿Qué le pasa a mi cabello? Este cuento los divirtió mucho y a diferencia del grupo anterior, todos posaron con sus peinados inventados.

 

El jueves me reuní con los mismos grupos, aunque no asistieron todos los chicos. La propuesta de ese día fue la de leer más libros, pues iba a ser nuestro último encuentro. A la mañana leímos un cuento de amor El cocuyo y la mora, basado en una leyenda del pueblo pemón de Venezuela. Luego, leímos La historia de la i que se tragó el puntito del escritor y dibujante brasileño Ziraldo y finalmente leímos Las alas mágicas de Diane Wolkstein, cuento basado en una leyenda china. En  este encuentro percibí a los chicos más sueltos, con más confianza, con ganas de mirar los demás libros de la biblioteca y con más ganas de jugar. A través del cuento de Ziraldo imaginamos cómo sería vivir sin la letra i, cómo serían algunas palabras como, por ejemplo, amarillo se convertiría en amarllo.

 

Luego escribimos en una cartulina las palabras que empiezan con i, entre las cuales resaltaron iglesia o inglés. Finalizamos el encuentro fabricando unas grullas de origami, inspirándonos en el último cuento que relata la historia de una niña que desea volar. Terminado este encuentro me quedé conversando con un docente, él estaba contento, pero me comentó que entre las reglas del hogar “no está permitido que los chicos se enamoren”[1]. Esta observación me la hizo debido al cuento El cocuyo y la mora, quienes se enamoran, además que yo les pregunté a los chicos si estaban enamorados.

 

Este episodio me hizo pensar en la realidad que viven los chicos, le expliqué al docente que por más que esté prohibido, uno puede sentir amor o enamorarse de alguien y que los chicos viven y entienden el amor de un modo diferente a los adultos. De alguna manera, pensé que estos talleres significaron una apertura, pues chicos y chicas se mezclaron indistintamente. Puesto que, si bien comparten espacios mixtos, las familias en donde viven están divididas por género.

 

Con el grupo de la tarde leímos La historia de la i que se tragó el puntito y Las alas mágicas. Este grupo se trepaba a mi cabeza, saltaba encima de los almohadones, gritaba, cantaba, en fin, no paraba. Sin embargo, escucharon atentamente los cuentos, siguieron las historias y jugaron con “La chinita” dándole voz y movimiento. Finalizamos con la entrega de grullas y emprendiendo vuelo.

 

 

El taller de docentes contó con la participación de 17 personas. El espacio estuvo dispuesto al igual que para los niños y niñas: un círculo de muchos almohadones puestos en el suelo para que se sienten. Este taller tuvo como finalidad aproximar a los docentes a la literatura infantil y poder intercambiar formas de generar ganas de leer entre los chicos.

 

Este taller parte de la consigna de que el único modo para que los chicos amen la lectura, es a través de docentes que aman la lectura y les transmiten esa pasión. Primero, les pedí que cada uno responda en un papel a la pregunta ¿qué es un libro?, luego los guardamos. Después, dispuse en el suelo muchos libros de la biblioteca, les dije que los exploraran. Luego intercambiamos qué fue lo que les llamó la atención de estos libros. A varios, el título o el colorido e hice una breve referencia a cada libro citado. Luego leímos el cuento En dónde viven los monstruos de Maurice Sendak. Analizamos ciertas características del texto y de las ilustraciones, dándonos cuenta que el texto narraba una parte de la historia y las ilustraciones otras, y que ambos lenguajes sugerían cosas diferentes, invitaban a imaginar más, a no quedarnos en una lectura literal.

 

El taller continuó en torno a estas palabras: Libro - juego – literatura – realidad – imaginación – fantasía. Leímos el artículo “La imaginación en la literatura infantil” de Gianni Rodari. Este autor plantea la distinción entre los niños que leen por obligación y quienes los hacen por deseo. De este modo, el acto de leer para quienes lo hacen por deseo propio, se convierte en un acto de libertad, así como en un juego, pues la literatura nos permite “jugar a” ser otros, “jugar a” visitar otros mundos y otros tiempos.

 

Entonces, reflexionamos acerca de la fantasía, la realidad, la relación de los chicos con los libros. Algunos compartieron su experiencia personal, comentando los problemas de las lecturas de la escuela, que los chicos suelen aburrirse y no entenderlas. Asimismo, reflexionamos acerca de la lectura, pensándola en un acto cultural que también es aprendido y transmitido.

 

Finalmente, hablamos de algunas formas de darle vida a la biblioteca, que por sobre todo dependía de que los docentes sepan qué libros hay en esa biblioteca. Y cerramos el taller leyendo nuestras definiciones de libro. Algunas fueron muy objetivas y concretas, concentrándose en describir el objeto; y otras fueron más subjetivas y emotivas, que se vinculaban a la relación entre las personas y el libro.

 

El taller fue tan sólo una aproximación, fue breve e intenso. Los docentes participaron más cuando tenían que hablar de su experiencia en particular, eso creo que fue enriquecedor. Noté que su preocupación respecto de que los chicos lean está muy ligada al deber escolar, a que no fracasen en la escuela. La lectura y la literatura desde sus miradas aún están muy sujetas al sistema escolar y no como parte integral de la vida.

 

El poder desarrollar estos talleres ha sido un gran aprendizaje para mí. Cómo hacer para que la lectura sobrepase los límites de la escuela y de lo obligatorio y sea un aspecto más de la vida que nos permita ser más libres, felices, críticos, entre otras cosas.

 

La recepción de la casa hogar fue generosa y la compañía y apoyo de Irif y Pati fueron muy importantes.



[1] Esta regla parte del principio de que todos los chicos de una misma familia de la casa hogar son hermanos entre sí.

 

0 comentarios